Por: Ashmar Mandou
Las madres de la ciudad han decidido ponerse en huelga de hambre en la Misión Católica Anglicana Nuestra Señora de Guadalupe, para denunciar a dos hospitales que se han reusado a continuar el tratamiento de sus hijos indocumentados. Por cerca de una semana, las madres han portado letreros y rehusado comer para hacer saber lo que ellas llaman una injusticia a gran escala. “Nuestros hijos enfrentan una enfermedad mortal y nos entristece saber que hospitales como el Centro Médico Loyola y el Centro Médico de la Universidad de Illinois se han negado a contestar nuestras cartas o tomar nuestras llamadas”, dijo Hilda Burgos. Supuestamente, a familias como la de los hermanos Arroyo y Jorge Mariscal se le han negado el acceso al tratamiento, por su estado legal. “Estamos denunciando a estos centros médicos porque están poniendo el dinero antes que nada, inclusive antes de salvar una vida”, dijo el Padre José S. Landaverde. “Esto va completamente contra la voluntad de Dios. La vida es el mayor don que Dios nos da y debemos hacer todo lo posible, como comunidad, para preservar el don de la vida. Continuaremos en huelga de hambre hasta que recibamos respuesta”. Actualmente se están enlazando con la comunidad para su mayor información y para ayudarles en la forma que puedan.
Jorge Mariscal 23
“Esta es una gran injusticia y creemos equivocada y desfortunada la forma en que ciertos hospitales tratan a las personas indocumentadas. Es triste saber que ciertos centros médicos le dan más valor al dinero que a la vida humana”. – Jorge Mariscal.
La vida de una persona promedio de 23 años está compuesta generalmente de aspiraciones de viajes, metas de carreras, logros académicos y reuniones sociales. Sin embargo, para Jorge Mariscal, de 23 años de edad, residente de Melrose Park, su vida se ha convertido en una amarga batalla entre hospitales y sobrevivencia. A la edad de 16 años, Jorge fue diagnosticado con insuficiencia renal, diagnóstico siniestro que, hasta la fecha, aún no se sabe a ciencia cierta que lo causa. En completo shock, Jorge y su madre siguieron adelante y tomaron las medidas necesarias para que Jorge recibiera un transplante de riñón. Pero lo que comenzó como un movimiento promisorio probó ser una ruda realidad para madre e hijo. “Cuando me lo diagnosticaron, el ex Gobernador Rod Blagojevich aprobó el acta All Kids Care, que permitía a la comunidad indocumentada, a personas con seguros limitados, o a la comunidad sin seguro, recibir tratamientos médicos. También cubría transplantes”, dijo Jorge.
“Tristemente mi familia y yo no fuimos informados por el personal médico del Centro Médico Loyola, hasta que estaba a punto de cumplir 18 años. Como pronto iba a ser legalmente adulto, no pude seguir recibiendo el trtamiento o someterme a un transplante de riñón bajo el acta All Kids Care”.
Fue un golpe mental y emocional para Jorge y su madre, a quienes se aconsejó regresar a México para recibir atención médica.”Como madre, yo podría morir por mi hijo”, dijo la Sra. Mariscal. “Soy una madre desesperada. El hospital no responde a nuestras cartas o llamadas telefónicas. Estos hospitales están dejando morir a miembros de nuestra familia, simplemente porque no tenemos la documentación apropiada”.
Actualmente, Jorge recibe tratamiento de diálisis y ha estado así los últimos siete años, pero se pregunta cuanto más podrá soportar esta lucha si no recibe a tiempo el tratamiento. “Es duro saber que tal vez no viva para cumplir mis sueños. Quiero ser diseñador gráfico. Necesito estar sano para lograrlo”, dijo Jorge. Si el Centro Médico Loyola continúa sin responder, Jorge dice que su próximo paso será comunicarse con los hospitales de la comunidad que, en el pasado, han mostrado interés en su caso. “Mi hijo es un luchador. Se que mi hijo vivirá, mi hijo tiene que vivir”, dice la Sra. Mariscal.
Hermanos Arroyo
Elfego y Lorenzo Arroyo
“No quiero que mis hijos vivan la misma pena que yo cuando niño, el día que perdí a mi padre. Aunque no tengo la energía, debo continuar trabajando para estar seguro que me pondré bien”. –Elfego Arroyo.
“Estamos pidiendo a la comunidad, a los políticos y a los hospitales comunitarios, que se involucren más y nos ayuden en nuestra misión. La gente necesita despertar y ver lo que pasa y la lucha que enfrentan los indocumentados con problemas médicos”. –Lorenzo Arroyo.
Elfego y Lorenzo Arroyo emigraron de México a Chicago a mediados de los 90s, con grandes aspiraciones de tener una vida mejor. “Esta era la tierra de las oportunidades”, dijo Lorenzo. “Sabíamos que aquí tendríamos un mejor comienzo”. Se llegaron a reunir con su hermano Francisco, su madre y el resto del clan Arroyo. Todo parecía bien, hasta que la madre de Elfego y Lorenzo enfermó. “Cayó en cama. No tenía fuerzas. No podíamos saber que estaba pasando”, dijo Elfego. Hasta que los expedientes médicos fueron enviados a un hospital en México se le diagnosticó Amyloidosis, caso que ocurre cuando substancias llamadas proteínas amyloides se acumulan en los órganos del cuerpo. Esta enfermedad puede afectar el corazón, los riñones, el hígado, el bazo, el sistema nervioso y el tracto gastrointestinal. La única forma de sobrevivir es con un transplante.
Mientras los hermanos luchaban por reunir el dinero suficiente para pagar un transplante para su madre, se hizo aparente que su propia salud comenzó a deteriorarse. “Dos meses antes de la muerte de mi madre, se nos informó que los tres teníamos Amyloidosis”, dijo Lorenzo. “Nos quedamos sin habla. Esto fue hace dos años”. Francisco pudo recibir un transplante y él es el único de los hermanos Arroyo que tiene estado legal. Elfego y Lorenzo esperan, con la esperanza de que su suerte pronto cambie. Lorenzo acudió al Centro Médico de la Universidad de Illinois para tratamiento médico, pero esta le ha sido negada después de un año de correspondencia. Elfego recibe actualmente alguna ayuda del Hospital John H. Stroger Jr., pero insiste en que su esperanza de recibir un transplante de hígado es muy remota. “Estos centros médicos tienen que ser más compasivos y no discriminar contra nosotros porque no tenemos papeles”, dijo Elfego. “No queremos que esta oportunidad de vivir se nos escape de las manos”, dijo Lorenzo.