Por: Ashmar Mandou
Para muchos residentes de La Villita, el Reverendo José Landaverde es un líder, un héroe y un amigo. A ojos de los legisladores, es un formidable oponente.
Creciendo en una época en que estallara la guerra civil en su nativo El Salvador, Landaverde se unió al Frente Nacional de Liberación Farabundo Martí, una guerrilla, donde adquirió un punto de vista único sobre la justicia social y la forma de obtener un cambio radical.
“Aprendí de lo que se tardó lograr cambios sociales y el sacrificio que se necesita para hacer llegar temas importantes a la conciencia de todos”, dijo Landaverde. “Todo tiene un precio…. Cuando uno se compromete con el cambio social…. Esto tiene un precio”.
Como fundador de la Misión Nuestra Señora de Guadalupe, situada en el corazón de la comunidad de La Villita, Landaverde decidió dedicar su trabajo a ayudar a quienes viven en la pobreza, ya que otros pastores no estaban interesados en el problema. “Cuando comencé el trabajo de mi vida para ayudar a otros, recibí una oferta de empleo en Lakeview, para trabajar en una iglesia, decir misa una vez al día y ganar algún dinero”, dijo Landaverde. “Ese no era mi llamado. Como Cristiano, es nuestra herencia trabajar con quienes están enfermos, con quienes necesitan esperanza, alimentar al hambriento… uno debe renunciar a todos los privilegios. No se puede ser materialista. Cuando llegué a La Villita me encontré con una enorme necesidad”.
Desde el 2007, Landaverde ha abogado por los derechos de la comunidad inmigrante, incluyendo el obtener licencias de conducir para los indocumentados, luchó por más recursos para los hogares de un solo padre y exhortó a los propietarios a invertir su dinero en la comunidad de La Villita en vez de hacerlo en los suburbios. Lo más notable, Landaverde, junto con varios miembros de su iglesia, organizó una serie de huelgas de hambre en los años pasados, para hacer conciencia sobre personas indocumentadas que necesitaban un transplante de órgano. Landaverde luchó agresivamente porque los legisladores y representantes de varios hospitales de la ciudad se reunieran con él y los miembros de la iglesia para elaborar un plan para ayudar a los indocumentados.
“Hemos tenido mucha tensión estos años pasados”, exclamó Landaverde.
Landaverde decidió, no muy convencido, retirarse el próximo mes, después de más de 25 años de servicio, después de caer enfermo como resultado de las huelgas de hambre e interminables horas de asesoría. Hace tres años, Landaverde fue diagnosticado con diabetes. Hoy en día, Landaverde ha sufrido una serie de problemas de salud, como úlceras y síntomas parecidos al de una embolia.
“Es triste admitirlo, pero tengo limitaciones físicas. No puedo hacer lo que hice solo hace un año. Mi cuerpo ya no puede. Por lo tanto tomé la decisión de renunciar y permitir que un nuevo liderazgo venga y lleve a la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe a un próximo nivel”, dijo Landaverde.
Para pena de muchos miembros de la iglesia, que pidieron a Landaverde que continuara su misión, Landaverde admitió que se necesita que los oficiales electos hagan muchos cambios para ver cambios radicales en Chicago. “Nuestros legisladores se han vuelto demasiado materialistas”, dijo Landaverde. “Tenemos a Daniel Solís, a Luis Gutiérrez y a otros que vienen de familias humildes, y que al principio lucharon por el cambio y ahora se alínean con quienes tienen el poder para poder conservar su propio poder. Se que han luchado por la reforma de inmigración, pero se necesita más que eso. Muchas veces los oficiales latinos no tienen las mejores intenciones con la comunidad latina y eso es una verdadera tragedia”.
Conocido por su franqueza, Landaverde prometió que su frágil relación con los legisladores y otras organizaciones no lucrativa se basa en el amor y no en la ira. “Lo que me enseñaron mis experiencias en El Salvador es que todo es posible. Si hacemos llegar los temas importantes a nivel de conciencia, alcanzaremos justicia. Cuando hay una injusticia obvia en nuestras comunidades hay que hacer algo. Así que todo el trabajo que hagamos y todas las estrategias que hemos tomado provienen del amor”.
Landaverde actualmente está en proceso de buscar un nuevo líder para llevar adelante la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe, pero admitió que no es fácil. Continuará trabajando con los miembros de la comunidad una vez que atienda sus problemas de salud.
“Disfruto trabajando con la gente de La Villita. La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe es más que una iglesia. Es el hogar de la comunidad, la escuela de la comunidad, un lugar seguro para la comunidad. Por lo tanto espero ver que la iglesia, bajo un nuevo liderazgo, siga creciendo en años venideros.