No existe una cura todavía, ni una vacuna. Pero surgen contínuamente nuevos métodos para evitar la demencia y el Alzheimer’s. El ejercicio ha sido identificado como una forma en la cual la enfermdad puede ser demorada o mejorada. Y, aunque su efectividad aún no ha sido probada, la evidencia está empezando a acumularse. Lo último viene de un estudio que encontró a pacientes con un inicio temprano de una rara forma de enfermedad heredada, que ejercitaban por lo menos 2.5 horas a la semana y tenían un mejor desempeño cognitivo y menos síntomas de Alzheimer, que quienes no hacían ejercicio.
Ese estudio, publicado el martes, sugiere que los beneficios del ejercicio vistos en pacientes de Alzheimer’s pueden ser efectivos aún para quienes tienen un alto riesgo de desarrollar la enfermedad. Eso apoya sugerencias de pasados estudios, de que el ejercicio tiene efectos benéficos, inclusive el índice de deterioro cognitivo en personas sanas, así como en quienes tienen riesgo de demencia y quienes la padecen ya. Algunos estudios inclusive han encontrado que el ejercicio puede estar vinculado a un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer’s.