Por: Héctor Barreto
Durante años, la reforma de inmigración ha sido un tema polarizado. Sin embargo, Washington, DC está a un paso más cerca de restaurar la grandeza de E.U., después de un voto del 68-32 del Senado sobre S.744 “Seguridad en la Frontera, Oportunidad Económica y el Acta de Modernización de Inmigración”.
La promisoria determinación y el sólido liderazgo mostrado por el Grupo de los Ocho en este tema muestra su compromiso de lograr un sistema justo y efectivo de inmigración legal, que ampliará la flexibilidad de la fuerza laboral y el crecimiento económico de la nación.
Todos estamos de acuerdo en que el sistema tiene muchas fallas y que una reforma integral debe incluir numerosos puntos. Ampliar la seguridad en la frontera es la preocupación más grande de la nación, pero no podemos ignorar que son igualmente importantes el crecimiento de nuestra economía y reafirmar nuestro compromiso de establecer una fuerza laboral innovadora para el futuro.
Recientemente la Oficina de Presupuestos Congresional (CBO) publicó un reporte sobre el impacto financiero de una reforma de inmigración integral. El reporte encontró que el impacto económico de la legislación más que compensa el costo asociado con el proyecto. De hecho, CBO calcula que en los primeros diez años después de haber sido aprobada la reforma, el déficit federal quedaría reducido a $175 mil millones.
Los inmigrantes vienen a este país buscando libertad y oportunidades. Son buenos trabajadores, fieles, orientados a la familia y amantes de su patria. Son la base del éxito de Estados Unidos y son el factor clave para renovar la grandeza económica de esta nación.
El ex-presidente Bush dijo que el debate sobre las regulaciones de la reforma deberían hacerse con un “espíritu benevolente” que tenga en cuenta “la contribución de los inmigrantes”.
No podía estar más de acuerdo. Los empresarios inmigrantes muchas veces conjuran historias de éxito, como la de Alexander Graham Bell o Andrew Carnegie. En realidad, historias como estas señalan el hecho de que los inmigrantes o sus hijos fundaron más del 40 por ciento de las compañías Fortune 500 de E.U. Compañías emblemáticas como Apple, AT&T, Colgate-Palmolive, General Electric, Google, Kraft y MacDonald’s por nombrar algunas, fueron establecidas por personas de otros países.
Estudios de datos económicos y demográficos han mostrado que en California, los inmigrantes establecieron más de la tercera parte de los negocios del estado; en Delaware, el 64 por ciento de los graduados de ingeniería son nacidos en el extranjero; en Colorado, los negocios de inmigrantes generan más de mil millones por año en el estado; y en Illinois, más del 90 por ciento de las patentes otorgadas fueron por lo menos de un inventor nacido en el extranjero.
Si funcionó antes. ¿Porqué no ahora?
El sistema de educación de nuestra nación no está produciendo trabajadores preparados con las destrezas necesarias para la economía del siglo 21. No podemos competir con otras naciones como Canadá ni inclusive China, porque necesitamos regulaciones de inmigración más sensibles y abiertas.
Una reforma de inmigración significativa ofrecerá más posibilidades de que esta nación atraiga a trabajadores más diestros y capacitados y mantendrá a Estados Unidos competitivo en ciencias y tecnología. La experiencia de los inmigrantes en estas áreas beneficiará a las compañías estadounidenses, ayudará a la nación a tener la fuerza laboral que necesita y evitará el envío de trabajos al extranjero.
Aún queda mucho trabajo por hacer ya que la Cámara de Representantes retoma este tema. Una reforma de inmigración sensible debe promover la innovación y crear empleos. Y una reforma integral creará esta oportunidad para la gente y celebrará el logro de millones que ya han hecho del Sueño Americano una realidad. Esta es una oportunidad histórica, un instante en el que el partidismo debe hacerse a un lado, es un momento para atrapar el momento y restaurar el verdadero espíritu empresarial estadounidense.