Por: Ashmar Mandou
Cuando uno se encuentra en la presencia de Sol A. Flores, directora ejecutiva de La Casa Norte en Humboldt Park, se siente inmediatamente envuelta en un cálido abrazo y una brillante sonrisa.
“Me estoy divirtiendo de lo lindo. Tenemos que hacer una diferencia en la vida de las innumerables personas y familias que entran por La Casa Norte. Es una gran sensación”, dice Flores.
Su entusiasmo y tenacidad por la justicia social fueron cualidades que Flores demostró desde muy temprana edad, viendo a sus abuelos, quienes emigraron de Puerto Rico en 1950, fungiendo como una de las primeras familias de crianza latinos en el estado de Illinois. “Eramos una familia grande y siempre tuvimos niños de crianza. Mis abuelos eran padres de crianza de emergencia. Algunas veces tocaban en su la puerta a las tres de la mañana, del departamento de servicios familiares, con un bebé en sus brazos. Ese es el mundo en que he vivido. Aprendí sobre la compasión viendo a mis tías y tíos, a mi mamá y a mis abuelos. Crecí sabiendo la importancia de la justicia y el significado del compañerismo”, dijo Flores.
Hace once años, Flores tuvo la oportunidad de implementar lecciones que aprendió después que dos ex veteranos de Vietnam se le acercaron con la idea de ayudarle a desarrollar un centro que atendiera el creciente problema de los jóvenes desamparados de la comunidad. “en esa época me habían desocupado en el trabajo y estaba como voluntaria en San Lucas United Church of Christ. Mi tía me habló sobre una reunión con esta dos personas llamados Keith y Peter. Me aconsejó que asistiera a la junta y así lo hice.
Después de la junta, para su sorpresa, el ex veterano de Vietnam aconsejó a Flores que fuera la representante de La Casa Norte. “No sabía nada sobre los jóvenes desamparados; nada sobre vivienda pública. Estaba muy nerviosa al principio,” ríe Flores. “El primer día que abrimos nuestras puertas en La Casa Norte solo éramos yo y otra empleada. Pusimos un letrero en la ventana con nuestro nombre. No teníamos idea de para que estábamos ahí, pero siempre tuvimos la visión de adonde queríamos que llegara La Casa Norte. Y no me importó pedir ayuda”.
En el 2002, Flores se convirtió en la Directora Ejecutiva fundadora de La Casa Norte, organización comunitaria dedicada a servir a los jóvenes y familias afectadas por el desamparo. Desde su inicio, La Casa Norte ha ayudado a más de 20,000 personas desamparadas y en peligro, ofreciéndoles vivienda estable y una plétora de programas para jóvenes. La determinación y la visión de Flores fueron los que ayudaron a que La Casa Norte creciera a ser una organización multimillonaria que no solo ofrece vivienda, sino esperanza.
“Este trabajo me ha concientizado tremendamente. Poder atender a estas personas y ver su vida transformarse es lo que me mantiene viva. He estado aquí durante once años y continúo luchando, en tanto hagamos una diferencia y continuemos luchando por la justicia. De eso se trata”.